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¿Qué le paso a la Adoración?

La realidad sobre la adoración en la actualidad se ha posicionado en el espacio de fanatismo y populismo, para el grupo o la persona que se encuentra a cargo. Las personas delegadas no buscan el sentido real de la adoración sino una mirada por las personas, y de cierta manera una buena aprobación por el espacio eclesiástico en donde se encuentran “trabajando”. Entonces, ¿qué es lo que se busca a la hora de adorar? Actualmente solo se busca el propio beneficio y bienestar de la persona. En consecuencia, de esta prematura respuesta se puede cuestionar los motivos que llegaron a determinar dichas soluciones. El progreso de la adoración se ha visto mermado por el avance cultural y social de las épocas. Un aspecto que ha afectado ha sido el avance musical, en donde se ha disminuido los semblantes doctrinales y la adoración se ha posicionado en una idea más sentimental y emocional que radica en el ser humano.

Al ubicar al ser humano como centro de la adoración se pierde la esencia de una verdadera adoración en donde el centro debe ser Dios. Estas ideas se ven reflejadas a partir de la influencia posmodernista tanto en el sistema social como eclesiástico. El posmodernismo está guiado bajo ideas nihilistas, hedonistas y consumistas. Entendiendo este aspecto, es claro observar que la adoración está guiada bajo pensamientos individualistas con objetivos consumistas, tanto de los internos como externos. La individualidad aún focalizada en “grupos musicales” ha fomentado el orgullo en el corazón del hombre en querer vender o ser superior a otros.

Entonces, ¿por qué la gente hace lo que hace en referencia a la adoración? Es una pregunta ambigua, porque no se puede juzgar una minoría por una mayoría. Existen varios grupos que si están preocupados en presentar un buen tiempo de adoración para su comunidad. Pero, también se presenta el contraste en donde, mucha gente busca ser director del ministerio de alabanza para alcanzar la fama y los aplausos. Sin duda, el corazón del hombre se ha alejado de Dios, y solamente desea mostrar su emoción y razón. La tarima en donde se encuentra el pulpito se ha vuelto un espacio en donde se le brinda más relevancia a la preparación y exposición musical que a la predicación de la Palabra. Como se mencionó en un principio, no se puede revolcar a todas las iglesias en el mismo comentario, pero si se observa un gran número involucrado.

Al observar esta situación que se percibe muy contraria a la realidad que debe tener la adoración ¿Cuál debería ser la base de pensamiento y las acciones a tomar en cuenta? En primer lugar, se debería definir “adoración”, Miguel A. Palomino expresa que la adoración está enfocada en una relación íntima y personal que debe existir entre el creyente y Dios.[1] Esta definición es bastante conocida dentro del espacio evangélico y hasta sobrevalorada. Varias congregaciones se han jactado de mencionar que la adoración es vida, que es un total reflejo o frutos de la creencia en Cristo Jesús. Si éste es el principio de la adoración, ¿qué sucedió entonces en el espacio musical? Claramente se comprende que “adoración” no es lo mismo que “alabanza”, pero ¿acaso esa expresión musical no debe estar ligada a la adoración? Una respuesta eclesiástica o evangélica con fervor contestaría que sí. Entonces, ¿Qué está pasando con la adoración en las iglesias evangélicas?

Existe una gran brecha que la misma comunidad de fe ha fomentado con respecto a la alabanza y adoración y es haber enseñado a las personas que son espacios distintos. Esto ha provocado que la gente divida la importancia de ese tiempo y entienda que un espacio tiene más ritmo y el otro menos. Louie Giglio a lo largo de su libro “Mi Respirar”, presenta una idea relevante en donde expresa que la adoración es un aspecto vivencial en cada actividad que la sociedad tenga que vivir, por lo que no se debe buscar la adoración como un espacio definido, sino como un espacio macro y sin una finalidad, adorando a Dios por lo que es, por lo que hace y por lo que hará.[2]

La alabanza es una manera de expresar esa adoración, en donde el ser humano realiza dicha expresión entendiendo las razones por las cuales se expone esa alabanza. Al comprender la adoración como un estilo de representación sobre la creencia, se puede enfocar de mejor manera el aspecto musical. Juan 4 muestra una realidad de la adoración al enunciar el encuentro entre Jesús y la mujer samaritana. Esa conversación puede reflejar el entendimiento humano que puede llegar a tener la persona sobre la adoración y el entendimiento divino que en ese momento deseo expresar Jesús (cf. Jn 4:1-30). Lo que desea Dios y lo que desea el humano, se ha llegado a tergiversar en una gran manera, hasta el punto de ubicar a la adoración como las canciones que no tienen tanto ritmo.

Al realizar todo este tipo de comentarios adversos sobre la adoración en la actualidad, ¿qué debería tomar en cuenta la iglesia latinoamericana, para poder mejorar? La manera de organización y la base en la que se mueve el ministerio debe repensarse. El ministerio de Alabanza y Adoración (nombre popular en la actualidad) debe entender que la música no es una vía de complacencia para el hombre, y mucho menos una vía para buscar fama y fortuna. La alabanza es un tiempo en donde la adoración se hace más visible y en donde las personas preparan su corazón para el recibimiento del estudio de la Palabra. La música al estar más ligada a la adoración provocará que el ministerio sea más que solo tocar los domingos en el culto, sino que evocará un sentido más grato de importancia y de igualdad ante las demás actividades dentro de la iglesia.

El líder o pastor de alabanza debe guiar a sus ovejas, tratando de llevarlas por el camino adecuado. Su trabajo también radica en observar y escuchar atentamente la letra de las canciones que se desean cantar, con el objeto de mirar una buena doctrina bíblica dentro de la música que se practica en la congregación. El encargado también debe velar por la vida espiritual de cada uno de sus integrantes, y para ello es responsabilidad del líder tener estudios devocionales y tratar de mantener la armonía entre todos. Al entender estos puntos de relevancia, la alabanza dejará de ser solo un espacio en donde se canta, a un espacio en donde se adora.

La organización como individuos y como sociedad, debe estar fundamentada en las Escrituras y en el sometimiento los unos con los otros. El principio de la unidad que enmarca Pablo en su carta a los Efesios, está fundamentado en la sumisión, “Sométanse unos a otros en el temor de Cristo.”[3] Al entender la idea del sometimiento Pablo promueve un sometimiento mutuo, inicia una serie de principios en base a las relaciones personales. En Efesios lo que hace Pablo es dirigir la atención de los lectores hacia el desarrollo de la vida en el Espíritu. La plenitud en el espíritu transforma o modela la experiencia cristiana en una manifestación de compromiso hacia los demás, en el seguimiento de Cristo. Y esta forma de vida se comprende en todos los aspectos, el eclesial, familiar, social, cultural.

El término someter, se puede entender como la disposición de colocarse en un plano inferior (subordinación). El plano inferior no se debe comprender en este contexto como alguien de menos calidad o importancia, sino como una persona que respeta la posición enmarcada por una autoridad y se guía bajo la humildad ante los demás, en referencia a los preceptos ya enmarcados. ¿Por qué hablar de sometimiento en este tema de la adoración? Es bueno dialogar sobre este punto, porque en la mayoría de ministerios de alabanza y adoración se observa un desinterés por obedecer las disposiciones del encargado. Se observa a músicos que se salen del culto a penas terminan su presentación, y claramente personas totalmente alejadas de mantener una vida espiritual en sumisión a sus autoridades y a Dios.

Dentro de esta línea de desinterés por crecer en Cristo, recae también la responsabilidad en los pastores. Varios líderes eclesiásticos por buscar la excelencia musical en los tiempos de alabanza, llegan a contratar músicos que hasta pueden ser inconversos o no tienen ningún conocimiento ni sentido doctrinal. Estas personas pueden convertir ese reflejo de la adoración (alabanza) en un show, en donde mientras más equipo de sonido, luces, humo es mucho mejor. Se ha considerado el tiempo de alabanza como un enganche para los jóvenes, en donde mientras más ritmo tenga, es mucho mejor. La iglesia se ha convertido en un espectáculo en donde solo se ha enfocado la satisfacción personal.

Otro aspecto importante a considerar tiene que ver con la relación que tiene la música y el mensaje. En la actualidad el tiempo de alabanza y el mensaje están totalmente dispersados. Todo esto ha socavado en que la música dentro de la iglesia se tomado como una actividad extra o de relleno para no solamente predicar las Escrituras. ¿Cómo se podría mejorar, sí todo está totalmente dividido? La manera de mejorar sería reformular todas las ideas sobre la alabanza y la adoración y no tomarlos como ideas distintas. De igual manera, la comunicación entre los lideres de ministerio y el pastor debe ser constante, el pastor debería verificar la letra de cada uno de los cantos que se realiza y poder brindar capacitaciones bíblicas a los músicos, sino existiera un pastor de alabanza como tal.

Los criterios que sirven para determinar lo que las personas pueden ser y hacer debe estar fundamentado en las Escrituras. Pablo escribiendo a Timoteo menciona que, “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.” (2 Tim 3.16-17). Dentro del ámbito de la alabanza y adoración debe entenderse desde ese punto de vista, en donde la Biblia sea la base de la música que llega a exponerse en la congregación. La iglesia evangélica debería cantar Palabra, en vez de emocionalismos de personas que tuvieron un momento de inspiración.

Otra idea que la sociedad ha impuesto a la comunidad de fe tiene que ver con que “el mejor músico” tiene que ser el líder de alabanza, en donde no importa su vida espiritual, sino que simplemente puede dirigir por su capacidad musical. Ahora bien, al mencionar todo esto no se llega a concluir en que la alabanza debe ser hecha por un neófito, sino que lo más recomendable es que el líder de alabanza tenga un buen talento musical y también lleve su vida tanto pública como privada en temor al Señor. Es parte de los líderes de alabanza quitar de la mente de las personas que los músicos del ministerio, solamente sirven para tocar algún instrumento. La iglesia debe entender que también son siervos de Dios que están dispuestos a servir con sus dones y talentos, no solamente en una tarima, sino en cualquier lugar o circunstancia.

Se debe entender que la adoración no solamente se puede realizar en la iglesia con el grupo musical en frente. La adoración es un constante reflejo de gratitud del ser humano hacia Dios por todo lo que Él ha hecho. Adorar a Dios es un acto que se puede realizar en cualquier momento sea bueno o malo. No solamente se debe pensar en adorar en las circunstancias agradables, sino también en las que no han sido buenas. El ser humano debe tratar de quitar el orgullo que tiene dentro de su corazón y buscar a Dios en cada área de su vida. Es fácil escribirlo, es fácil decirlo, el reto es poder hacerlo con perseverancia. ¿Qué es la adoración? Es un acto de gratitud, es una pequeña muestra de lo magnífico que Dios ha brindado a la humanidad por medio de Jesús, la adoración es una constante en la vida del creyente y no solo un acto de treinta minutos en el culto dominical.


[1] Miguel A. Palomino, ¿Qué le pasó al culto en América Latina? (Perú: Puma, 2016), 105.

[2] Louie Giglio, Mi Respirar, trad. Camilo G. Duque (Miami: Unilit, 2004).

[3] Todos los textos bíblicos serán tomados de la Versión Nueva Biblia de las Américas, salvo en los casos cuando se indique de otra forma.

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